El nitrato de sodio y el nitrito de sodio, dos compuestos químicos
usados como preservantes para retardar la putrefacción en las carnes
curadas y los derivados de la carne, incluyendo el jamón, el tocino, el salchichón, el salame, las salchichas y el pescado, son también peligrosos para la salud.
Estos compuestos químicos dan a la carne su apariencia sonrosada, reaccionando con los pigmentos de la carne y los músculos. Sin ellos, el color natural marrón-grisáceo de la carne muerta desanimaría a muchos posibles compradores.
Desafortunadamente, estas sustancias químicas no distinguen entre la sangre de un cadáver y la de un ser humano vivo, y muchas personas sujetas accidentalmente a excesivas cantidades han muerto por envenenamiento.
Incluso cantidades menores han probado ser dañinas, especialmente para niños pequeños y bebés y, por consiguiente, el comité conjunto de expertos sobre los aditivos en los alimentos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) y la OMS (Organización Mundial de la Salud), ha advertido: “Los nitratos no se le deberán agregar a los alimentos infantiles”.
A.J. Lehman, de la Administración de Drogas y Alimentos, señaló que “entre la cantidad de nitrato que es segura y la que puede ser peligrosa únicamente existe un pequeño margen de seguridad”.
Debido a las asquerosas condiciones de acorralamiento y aglomeración a que los animales son sometidos por parte de la industria de la carne, tienen que usarse vastas cantidades de antibióticos.
Pero semejante uso corriente y desmedido de antibióticos naturalmente crea bacterias resistentes a dichos antibióticos, las cuales pasan a quienes consumen la carne.
El trauma de ser masacrados también le agrega a la carne “los venenos del dolor” (como la adrenalina). Esta, unida a los desechos no eliminados en la sangre del animal, tales como la urea y el ácido úrico, contaminan aún más la carne que el consumidor come.
Además de sustancias químicas peligrosas, la carne a menudo es portadora de enfermedades de los propios animales. Apretujados en condiciones antihigiénicas, alimentados a la fuerza e inhumanamente tratados, los animales destinados al matadero contraen muchas más enfermedades que de ordinario.
Los inspectores de la carne intentan descubrir y dar a conocer las carnes inaceptables, pero debido a las presiones de parte de la industria y a la falta de tiempo suficiente para realizar el examen, mucho de lo que sucede es muchísimo más insalubre de lo que el consumidor de carne puede imaginar.
trackback: Ecoportal.net
http://bhaktamanuel.wordpress.com/
Estos compuestos químicos dan a la carne su apariencia sonrosada, reaccionando con los pigmentos de la carne y los músculos. Sin ellos, el color natural marrón-grisáceo de la carne muerta desanimaría a muchos posibles compradores.
Desafortunadamente, estas sustancias químicas no distinguen entre la sangre de un cadáver y la de un ser humano vivo, y muchas personas sujetas accidentalmente a excesivas cantidades han muerto por envenenamiento.
Incluso cantidades menores han probado ser dañinas, especialmente para niños pequeños y bebés y, por consiguiente, el comité conjunto de expertos sobre los aditivos en los alimentos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) y la OMS (Organización Mundial de la Salud), ha advertido: “Los nitratos no se le deberán agregar a los alimentos infantiles”.
A.J. Lehman, de la Administración de Drogas y Alimentos, señaló que “entre la cantidad de nitrato que es segura y la que puede ser peligrosa únicamente existe un pequeño margen de seguridad”.
Debido a las asquerosas condiciones de acorralamiento y aglomeración a que los animales son sometidos por parte de la industria de la carne, tienen que usarse vastas cantidades de antibióticos.
Pero semejante uso corriente y desmedido de antibióticos naturalmente crea bacterias resistentes a dichos antibióticos, las cuales pasan a quienes consumen la carne.
El trauma de ser masacrados también le agrega a la carne “los venenos del dolor” (como la adrenalina). Esta, unida a los desechos no eliminados en la sangre del animal, tales como la urea y el ácido úrico, contaminan aún más la carne que el consumidor come.
Además de sustancias químicas peligrosas, la carne a menudo es portadora de enfermedades de los propios animales. Apretujados en condiciones antihigiénicas, alimentados a la fuerza e inhumanamente tratados, los animales destinados al matadero contraen muchas más enfermedades que de ordinario.
Los inspectores de la carne intentan descubrir y dar a conocer las carnes inaceptables, pero debido a las presiones de parte de la industria y a la falta de tiempo suficiente para realizar el examen, mucho de lo que sucede es muchísimo más insalubre de lo que el consumidor de carne puede imaginar.
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