La ropa que daña tu salud

La Sociedad Española de Cardiología (SEC) ha advertido que el uso continuado de ropa demasiado ajustada puede favorecer la aparición de problemas cardiovasculares, ya que dificulta la circulación sanguínea por las venas.


Según estos expertos, la ropa ceñida hace que el corazón realice un sobreesfuerzo y se eleve la presión arterial, lo que provoca que se retengan líquidos y toxinas y favorece la aparición de celulitis y depósitos de grasa en algunas zonas del cuerpo.
La cardióloga Mar Moreno, miembro de la SEC, explica que se considera ropa ajustada “aquella que impide realizar movimientos de forma natural y que, tras haberla llevado unas cuantas horas, deja marcas en la piel”.
Además, llevar prendas demasiado ceñidas al cuerpo (ya sean pantalones, faldas, vestidos o camisetas, camisas y otras indumentarias) podría dificultar la digestión y obstruir, en algunos casos, el correcto paso de aire y oxígeno por el organismo.

Las dificultades en el retorno de la sangre venosa y el aumento de los edemas (acumulación de líquidos) facilita la aparición de trombos (coágulos) venosos, principalmente en las piernas, que pueden producir infartos pulmonares, ha explicado la SEC.
Es más, Moreno asegura que "la indumentaria ceñida puede derivar en una trombosis venosa y provocar hipertensión arterial pulmonar, con aparición de dificultad respiratoria y, si el desprendimiento de los trombos es masivo, puede llegar a producir la muerte”.
Sentir hormigueo y adormecimiento en algunas zonas de cuerpo, especialmente en manos y pies “es una señal inequívoca de que hay que vestir prendas más holgadas”, advierte esta experta.

Ropa ajustada y carbohidratos, una mala combinación.

El nombre suena raro, pero seguro que alguna vez has sentido dolor, irritación, ardor o escozor en tus partes íntimas. Se trata de una infección oportunista y multifactorial, provocada por la Candida albicans, que se da cuando las condiciones favorecen la proliferación de la levadura.

¿Cuándo se dan estas condiciones? Según explica la Dra. Monstserrat Cararach, médico especialista en Obstetricia y Ginecología del Centre Ginecològic Santiago Dexeus de Barcelona, existen una serie de factores que favorecen la infección, como el tratamiento con antibióticos, la diabetes no controlada, los niveles elevados de estrógenos (por ejemplo, durante el embarazo), el estrés, los estados de inmunodeficiencia, la utilización de ropa muy ajustada, la excesiva ingestión de azúcares o el uso de jabones no adecuados que alteran la flora vaginal, entre otros.
"Ahora que estamos en verano, hay que recordar que la humedad hace proliferar los hongos, añade la Dra. Cararach. Por lo que no es recomendable quedarse con el bañador húmedo demasiado tiempo ni dejárselo puesto para comer".
Hay que aclarar que los genitales femeninos tienen una humedad natural que se incrementa en verano propiciando la proliferación de hongos y bacterias causantes de las temibles infecciones vaginales. Por eso, aunque estén de moda, tampoco conviene abusar de los leggings y jeans ajustados, así como de la ropa interior de fibra sintética porque incrementan la sensación de calor y la generación de las infecciones vaginales. Por ejemplo, ciertos tejidos como el nylon favorecen la multiplicación de las bacterias y la presencia de los hongos.
Por otra parte, aunque la vulvovaginitis candidiásicas (VVCR), nombre con el que se conoce a esta afección, no se considera enfermedad de transmisión sexual, sí aumenta con el inicio de las relaciones sexuales.
Para el prof. Rafael Comino, catedrático de Obstetricia y Ginecología y jefe de Servicio del Hospital Universitario de Puerto Real (Cádiz), "la VVC está mal tratada y es una enfermedad importante porque afecta tremendamente a la calidad de vida de la mujer que la padece". El prurito aparece en el 90 % de los casos y es habitual sentir ardor durante la micción e incluso dolor durante el coito (dispareunia).
En cuanto a su nivel de incidencia, según se recoge en el documento de consenso presentado por el grupo de expertos en vaginitis con la colaboración de Bayer, entre un 5 %y un 8 % de todas las mujeres adultas (entre 975.000 y 1.560.000) tendrá algún episodio a lo largo de su vida. Además, el 50 % de las mujeres, a los 25 años, habrá padecido al menos un episodio, cifra que se eleva al 75 % en el caso de las mujeres premenopáusicas.
Para evitar la infección deben ponerse en marcha una serie de medidas preventivas y sobre todo, evitar la reincidencia del hongo. Entre ellas, el uso de ropa holgada y, preferiblemente, de algodón, especialmente en la zona de contacto con el área genital, y la utilización de productos de higiene íntima especialmente formulados para la zona vaginal, que también pueden contribuir a un mejor control de la enfermedad.
El tratamiento ideal es aquel que combina fármacos adecuado,s como Clotrimazol, con otros productos administrados de forma tópica a nivel vaginal, sin olvidar la importancia de la terapia de mantenimiento con pautas semanales o mensuales durante 6 a 12 meses.
En el caso de un posible embarazo, se recomienda la utilización de Clotrimazol vía vaginal. Además, es aconsejable tratar la zona vulvar con un jabón no ácido, específico para la higiene íntima, y aplicar también el antifúngico en forma de crema, para eliminar las infecciones por cándidas en la piel y evitar nuevas apariciones.