INFLUENCIA DEL NATURISMO Y DEL TAOISMO EN LAS OBRAS DE ANTONI GAUDÍ




Antoni Gaudí (1852-1926), el genial arquitecto catalán fue vegetariano y naturista la El taoísmo es un modelo de inteligencia que no puede ser explicado con palabras, porque no son ideas, no son conceptos. De hecho, pertenece a la esencia de su filosofía la imposibilidad de definición. Solo se puede conocer o enseñar mediante la experiencia. Probablemente el arquitecto Gaudí no profundizó sobre la filosofía taoísta, pero su legado nos muestra claramente que estuvo siempre en consonancia con las leyes del universo pues son patentes en toda su obra, mayor parte de su vida. Podría afirmarse que sus costumbres alimenticias y su estudio del cuerpo humano a través del naturismo influyeron notablemente sus creaciones, quizás también su destino y las dramáticas circunstancias en que falleció.
Según Nuria Leonelli, su obra es un reflejo del tao y así lo explica en su interesante artículo que incluyo a continuación y que describe el reflejo del macrocosmos en su obra (el microcosmos).
*El taoísmo es un modelo de inteligencia que no puede ser explicado con palabras, porque no son ideas, no son conceptos. De hecho, pertenece a la esencia de su filosofía la imposibilidad de definición. Solo se puede conocer o enseñar mediante la experiencia. Probablemente el arquitecto Gaudí no profundizó sobre la filosofía taoísta, pero su legado nos muestra claramente que estuvo siempre en consonancia con las leyes del universo pues son patentes en toda su obra.Costumbres dietéticas de Gaudí:

**Antonio Gaudí fue un personaje bastante conservador y convencional (aunque con numerosas extravagancias de genio), ferviente católico y cuyos motivos de inspiración se los brindaban los recuerdos de la infancia, el paisaje, la flora y la fauna catalanas, su erudición libresca (no fue un gran viajero), su nacionalismo catalán y, sobre todo, su profunda fe católica. Fue vegetariano, higienista, y un gran ayunador. Su padre, un artesano calderero de cierto éxito que vivió hasta los 90 años, imbuyó a su hijo de una serie de normas higienistas y "remedios caseros" que este siguió durante toda su vida, ya que su padre se curó las varices de las piernas, que médicos no conseguían curar con prácticas hidroterapeuticas.
Gaudí fue también seguidor del alemán Kneipp realizando largos ayunos para curarse de sus enfermedades. Su mala salud le llevó a entrar en contacto con el movimiento naturista vegetariano, que a la sazón empezaba a tener adeptos en Cataluña. Existe una carta en la que declara: “Sospecho que mis enfermedades no necesitan medicamentos, sino cambios de vida”. Fue entonces cuando leyó los libros de Kneipp y, posiblemente, de Kuhne, que acababan de ser traducidos al castellano, y cuando adoptó una dieta ovoláctea para mantenerse sano.
Sabemos que ante graves enfermedades, el artista solía ayunar. De hecho, en algunos periódicos de la época se publicaron dibujos del famoso Opisso en los que se mostraba a Gaudí ayunando, lo que solía despertar la hilaridad entre la sociedad catalana de su tiempo.
Se sabe, así mismo, que su alimentación, al menos en el último período de su vida era exigua, apenas un poco de lechuga, un vaso de leche, unas gotas de aceite sobre la lechuga, nueces, confitura de remolacha y pan con miel, todo ello acompañado por mucha agua. En ocasiones comía algo de frutos secos o pasas. También se sabe que comía verduras con sal y un poco de aceite vegetal. En algún texto hemos leído que, ocasionalmente, mezclaba la leche con cítricos e incluso tenía alguna teoría al respecto. Siempre, después de comer, tenía la costumbre de limpiarse las manos con miga de pan mojada en agua. “Explicaba que las ensaladas, la lechuga y la escarola son la forma más sencilla y perfecta de tomar aceite, preparado así para su emulsión; que es un error que la leche con frutas, incluidos los cítricos, combinen mal, que es todo lo contrario: la piel de las frutas es el mejor regulador intestinal. Todo lo que comía lo acompañaba con pan y no bebía aun que no hubiera comido nada más que frutos secos; acababa siempre con miga de pan, que hacía de “esponja limpiadora de la dentadura”; después bebía un poco de agua”. Y estos hábitos dietéticos contrastan con los que mantuvo, siempre según Bergós, el arquitecto en otros tiempos: “Gaudí, de joven, había sido un gran gourmet, pero nunca fue goloso; en su madurez, primero por convencimiento de la moda naturista, después para combatir los ataques reumáticos que reaparecen alguna vez y finalmente por ascetismo, llegó a un grado de frugalidad extraordinario".
Van Hensbergen explica que en 1911 se le diagnosticó brucelosis, quizás como resultado de su costumbre de beber leche sin pasteurizar. El mismo autor atribuye el mal carácter del arquitecto a la enfermedad: “Uno de los síntomas más potentes y perturbadores de la brucelosis son los cambios de humor súbito, que pueden terminar en depresiones suicidas. Van acompañados de ataques de cólera, intervalos de concentración, agotamiento físico, dolores de cabeza intensos, inflamación glandular, sudores nocturnos, artritis dolorosas”
El genio de la arquitectura catalana murió atropellado en 1926 por un tranvía, y es curioso que años antes, cuando le dijeron que los púlpitos que había diseñado para la catedral de Mallorca parecían "sendos tranvías aparcados uno en frente del otro" Gaudí se indignó y dijo "¿acaso no son bonitos los tranvías?
La originalidad, dejó sentado Gaudí en varias ocasiones: "consiste en volver a los orígenes".
**Gaudí y el taoismo (1)
La genialidad, la imaginación y el misticismo son solo algunas palabras que definen la arquitectura del catalán Antoni Gaudí, pero hay una por excelencia que identifica toda su obra: el taoismo.
Si observamos el tallo de un bambú reconocemos la existencia de un cierto tipo de orden que no tiene nada que ver con el orden simétrico o geométrico en base a sólidos regulares. Los chinos tuvieron auténtica fascinación por este tipo de orden asimétrico al que denominaron li y que se puede apreciar claramente en las vetas de jade o en las tallas de madera. Esta pauta también se refleja en las nubes y en el mármol. Lo interesante de li es que sabemos qué es pero no hay manera de definirlo. Vemos que su configuración sigue los principios básicos del flujo, el mismo que traza el curso del agua. Li es el modelo de conducta que sucede cuando entramos en resonancia con el tao, el curso de la naturaleza.
Fiel al tao, Gaudí reconoció la naturaleza como la única maestra de la verdad y mantuvo siempre una actitud humilde con ella sin ninguna pretensión de inventar nada pero descubriéndolo todo. La forma de entender sus construcciones sigue li, el mismo principio que siguen las plantas y los animales.
Identificó cuatro superficies distintas: helicoide, hiperboloide, conoide y paraboloide hiperbólica que no tienen ángulos ni esquinas y mantienen una continuidad formal.
Descubrió la forma helicoide en el tronco del eucalipto y la aplicó a las columnas helicoides del Colegio de las Teresianas.
Identificó el hiperboloide en el fémur humano al que denominó “columna en movimiento”, dado que soporta una carga del peso del cuerpo importante, para resolver la construcción de las columnas de la Sagrada Familia.
El conoide es una forma frecuente en que las hojas de los árboles y Saudí la aplicó en la cubierta de las Escuelas Provisionales de la Sagrada Familia. La forma paraboloide hiperbólica está patente en la estructura orgánica tendinosa de la mano o en la formación de montañas y colinas y la alicó en la construcción de las bóvedas de la Colonia Güell. Combinó métodos intuitivos basados en la observación de la naturaleza combinados con métodos matemáticos para crear formas naturales que fluyen.
Siguiendo el camino del tao, proyectó siempre superficies onduladas y líneas curvas sinuoas que forman el diagrama del yin-yang, porque Gaudí experimentaba la energía que siempre está en continuo movimiento y se aleja de la rigidez lineal. Los ejemplos más emblemáticos son la casa Batlló y la Pedrera cuyas fachadas podrían extenderse lateralmente hasta el infinito sin comienzo ni fin. La técnica del “trencadís”, mosaico realizado con pequeños trozos de baldosas, conseguía recubrir también las superficies curvadas. Con esta técnica conseguía expresar una vez más, el fluir de li. Un claro ejemplo lo encontramos en la fachada de la Casa Batlló en la que se aprecian matices azulados, como las vetas de mármol o la madera, que sugieren una cascada de agua.
En la Sagrada Familia, la nave central se levanta sobre una estructura arborescente, las columna parecen árboles con capiteles llenos de hojas. Su obra está viva en continuo movimiento. Es un microcosmos reflejo del macrocosmos.
Gaudí conectó la estructura del edificio con la decoración interior fundiendo exterior e interior en una sola unidad. Las formas curvas y los cantos suaves priman en lámparas, mesas, armarios, vidrieras, rejas y pequeños objetos decorativos. Las sillas y bancos tienen formas alabeadas y se adaptan a la morfología humana. Las manetas y tiradores de puertas y ventanas se inspiran en el mundo orgánico, especialmente en las configuraciones óseas. Por este motivo se adaptan perfectamente a la mano. Los muebles y enseres no son partes aisladas de su contexto pues siguen los mismos principios de tao y forman parte de un todo. La arquitectura es diseño decorativo, mientras que la decoración interior es arquitectura a escala reducida.