Esta glándula hallá base muy desarrollada en los santos que operaban milagros, y las tienen agrandadas los negociantes que comercian con éxito, y también los Edison, y todos los que se adelantan a su época. Se halla atrofiada en los idiotas, en los hombres de poca fuerza de voluntad, en fin, en la mayoría de los humanos. Es menester para el ocultista desarrollar esa glándula, y el secreto lo posee la Magia Sexual en cumplir la ley: "No fornicarás".
Pero tiene sus peligros, y por eso es necesario explicarse, para evitar a los aspirantes a Rosa-Cruz el cometer errores y que caigan en los extremos; creo que es menester abrirles los ojos e indicarles dónde pueden hallar algo grande, avisarles que el refrenar demasiado, acarrearía enfermedades nerviosas, muchas veces incurables.
Naturalmente, no se puede dar la clave lisa y llana, ésta debe descubrirla cada cual, según su adelanto.
Sucederá que este libro, en manos de cualquiera, será sólo novela, una tontería; pero en poder del llamado, será una luz, un faro útil que dejará leer entre líneas un secreto enorme, grandioso, sublime.
La mujer ha sido creada para perpetuar la especie; el hombre halla en ella su dicha, debe ser su compañera, y, como tal, debe desearla, impulsado por el amor; pero, ¿sucede en la mayoría de los casos?, ¿es realmente amor o deseo? Ciertamente lo último es lo frecuente. La mujer despierta, ante todo, ansias de poseerla; mientras esas ansias no se satisfacen, vibra en el hombre lo más elevado, lo más grande, lo más divino; el amor, una vez satisfecho, generalmente concluye.
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Se ama al ser ausente, se ama, de verdad, a la mujer que no se consigue; hasta a la que se pierde, como al morir o al abandonarnos. Sí, ya poseída la mujer el verdadero amor se pierde, y sólo se vuelve a recuperar después de algún tiempo al perderla, en esto está el misterio del Génesis. Eva comiendo la manzana perdió el derecho al paraíso.
Ciertamente, el matrimonio es la unión del sexo masculino con el femenino, para perpetuar la especie; pero es menester que en el matrimonio sólo se entregue el uno al otro, en un éxtasis de amor inconsciente, pues basta desear el goce material para que el hombre se rebaje al animal, que sólo apetece la satisfacción de apetitos brutales. Más: se denigra más bajo que el animal irracional, pues éste, por leyes fisiológicas, tiene cierto tiempo de brama [celo], en que sólo guiado por el instinto se une con su género opuesto, y el hombre, que tiene en su voluntad cometer el acto o no, es responsable si hace mal uso de él.