MADRE GAIA


MADRE GAIA “He hecho una alianza con el misterio que llamo Dios. Desde entonces, en el mundo material no veo más que Su manifestación.
Cuando contemplo mi propia carne, o la madera, o la piedra, descubro en ella la presencia del Creador.
Cada matiz, cada tejido, cada variación de la realidad es una de Sus apariencias manifestándose en Su infinita variedad.
Vivo en el mundo de la energía divina.
Palpito con toda la materia.
Bajo mis pies, todo el planeta se estremece: también es una manifestación Suya, sólo que más amplia.
Vibro al compás del universo, con el fuego, los océanos, las tempestades, las estrellas… La energía de toda la creación viene a mí. Sin embargo, soy un ser virgen. Nada ha entrado en mí más que el impensable Dios, no conozco la impureza.
Sólo puedo tomar contacto con vosotros en esa dimensión intacta y sagrada de vuestro ser, vuestra esencia virginal. Si venís a hablarme de pasión, de sexualidad, de emoción, no os entenderé. Estoy mucho más allá de todo eso, más allá de la angustia, e incluso de la muerte. Pues si Dios está en la materia, ésta es inmortal, y ya no tengo miedo ni deseo alguno.
Os ofrezco pues que os reunáis conmigo en lo que hay de divino en vosotros. Si os volvéis como yo, podréis entrar en mí. Vuestro sufrimiento es impuro, vuestro pasado es impuro, no vengáis a mí con lo que está poluto, salid de ese estado. Porque la impureza es una ilusión, así como la culpabilidad.
¡Aceptad el esplendor virginal de vuestro ser! Hay en todos vosotros, los seres humanos, un estado que sólo se da a Dios, que sólo puede ser poseído por Él y que
está en constante relación con Él.
Lo mismo sucede en todo el mundo vivo: en cada planta hay un centro intacto. En toda lengua, lo que os habla es lo que las palabras contienen de inefable. Comprended que nada es vuestro, que no poseéis ese cuerpo, esos deseos, esas emociones, esos pensamientos. Todo eso es de Él, del desconocido eterno e infinito que os habita.