¿Podemos decidir sembrar nuestros cultivos mirando a la luna y
atendiendo a los signos del zodíaco? La respuesta es afirmativa, otra
agricultura es posible.
La agricultura puede ser tradicional, convencional, ecológica y
biodinámica. Las diferencias entre unas y otras residen en la forma en
la forma en que tratamos la tierra y en cómo concebimos nuestra relación
con ella.
La más obvia es el tratamiento del suelo, mientras que la
convencional lo olvida y maltrata con sustancias químicas, mermando su
fertilidad, la ecológica y la biodinámica lo respeta y cuida,
garantizando su sostenibilidad. Pero esta última da un paso más allá, al
dotarla de un tinte filosófico.
Surge en el siglo pasado, cuando un filósofo austríaco, Steiner,
asesoró a un grupo de agricultores y agricultoras, preocupados por la
fertilidad de su tierra. La solución, incluir en el trabajo de la tierra
una dimensión espiritual, relación hombre/mujer-tierra, y a su vez
tener en cuenta los ciclos naturales de la luna y el sol, el día y las
estaciones. El huerto es un organismo vivo y todos sus elementos son
importantes. Se trata de optimizar nuestras cosechas, respetando a los
elementos que nos la proporcionan, tratando las plagas y la recolección
de forma natural, en conexión absoluta con la naturaleza, como un
organismo único. Su certificado de calidad es DEMETER, como la diosa
griega. Es una manera más de trabajar nuestra huerta, sintiéndonos parte
de ella