¿OMNÍVOROS,CARNÍVOROS o NECRÓFAGOS?

¿OMNÍVOROS? ¿CARNÍVOROS? ¿NECRÓFAGOS?



Por Germán Alberti (Médico naturista y Psicólogo Clínico)


— Nos han enseñado que tenemos que comer carne, que quien no la coma se enferma, se vuelve débil, anémico... Y hasta el cerebro se le atrofia. Este argumento carece de base científica real. También la Historia demuestra todo lo contrario.

¿Por qué sostengo que el ser humano no está hecho para comer carne?
— Sencillamente porque nuestra anatomía y fisiología no es la de un león, ni de un perro ni de cualquier animal predador o necrófago. Somos naturalmente fitófagos, es decir, consumidores de plantas. La Biología nos ha incluido en el orden de los PRIMATES, la Superfamilia hominoidea, familia de los homínidos, del género Homo y la especie Homo sapiens.

Biológicamente, no sólo nuestra estructura dentaria, sino toda nuestra anatomía y fisiología digestiva no están hechas para la digestión de animales, como los predadores, mucho menos para digerir cadáveres refrigerados o embalsamados (Como lo lee, porque lo que usted compra en la carnicería puede tener muchos días de haber sido sacrificado y generalmente la gente compra carne para varios días, para lo cual dispone en su casa de una morgue especial que llaman «congelador»).

La alimentación necrofágica es típica de los zamuros, (cuervos, gallinazos, chulos, auras tiñosas o zopilotes) buitres y hienas.
Pero si usted consume un cadáver embalsamado, es peor. Eso ni los zamuros se atreven a hacerlo.

Llamo «cadáveres embalsamados» a los restos de cerdos, pollos, gallinas, reses y otros animales enfermos y engordados a la fuerza, cargados de hormonas femeninas artificiales, como el dietilestilbestrol, antibióticos peligrosísimos, como el cloranfenicol (prohibido en los Estados Unidos), los cuales van a parar a la fábrica de salchichas, jamones, etc., donde además de ser molidos y cocinados, son tratados con sustancias químicas para darles un color rosado, atractivo a la vista, y un gusto también agradable. Además, para que puedan durar meses y hasta años sin la más mínima refrigeración, reciben tratamientos en base a benzoato de sodio, nitritos, nitratos, cloruro de sodio y otras sustancias químicas capaces de producir enfermedades renales, circulatorias y... (¡qué extraña coincidencia!) los tumores cancerosos prosperan mejor en un ambiente rico en sodio.

En la Naturaleza existen microorganismos que se ocupan de destruir toda proteína cadavérica. Estos microorganismos reciben el nombre de microbios putrefactivos. Se encuentran en todos los cadáveres: en el perro muerto en la calle, en los basureros, cementerios y también en las carnicerías. Esto significa que el olor que sale de esos establecimientos es un olor de putrefacción. Las proteínas cadavéricas, al ser atacadas por estos microbios se biodegradan y transforman en poderosos venenos (amoníaco, putrescina, cadaverina, histamina, tiramina, y muchos otros). Por más que usted cocine el cadáver, lo adobe, lo disfrace con sabores agradables, una vez ingerido, se reinicia el proceso de descomposición.

Como nuestro tubo digestivo no está adaptado para una digestión de cadáveres cocinados ni crudos, comenzamos por irritar y deteriorar primariamente nuestros órganos digestivos, intoxicándolos en forma directa. La flora (y fauna) putrefactiva y parasitaria se reproduce a su antojo en nuestros intestinos, desde donde va minando, día a día, nuestra salud.
Debido a que éste es un fenómeno muy común en toda la población, se ha pensado que toda digestión implica necesariamente un proceso de putrefacción alimentaría y por lo tanto es algo normal. Nosotros, sin embargo, sostenemos todo lo contrario, pues un gorila, una vaca o cualquier otro animal fitófago, presenta una flora fermentadora y no tiene esta flora bacteriana típica de la putrefacción.

Además de destruir los aminoácidos, la flora putrefactiva produce estreñimiento y dificulta la asimilación de los minerales, especialmente el hierro, cobre, zinc y otros. Una de las causas principales de la anemia vulgar y también del cáncer es la intoxicación crónica orgánica producida por la putrefacción intestinal.

En un colon cargado de material putrefacto, cualquier virus, cualquier bacteria patógena, encuentra su mejor refugio.
Por esta razón, prácticamente, todo el mundo está enfermo, porque casi todo el mundo cultiva en sus entrañas estos microbios de carnicería... Microbios de cementerio.

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FUENTE: http://www.germanalberti.com/documentos/links/Somos%20Carnivoros.pdf